JEFAZO VETUSTO |
Estaba dirigido por un gran ejemplar de raza alpina llamado Jefe Vetusto que era respetado por todos por su sabiduría y buen hacer. Guiaba a sus congéneres a los pastos más jugosos y conocía todos los vericuetos donde maduraban las zarzamoras y las rojas y dulces bayas.
Todos le tenían en gran estima y consideración a excepción de unas rebeldes y díscolas cabras que eran de difícil manejo. Sobre todo por las noches cuando el rebaño se refugiaba en la enorme y resguardada gruta donde se protegían de los fríos invernales, se ponía de manifiesto la indisciplina y egoísmo de estas rumiantes que raro era el día que no montaban una pelea, bien por un mejor lugar, o por cualquier otro motivo.
SIBILINA " LA BUENINA" |
Su carácter mezquino y egoísta la mantenían aislada del resto de la manada. Ella siempre trataba de comerse la hierba más verde y las bayas más jugosas. Esta forma de ser tan irritante hacia que todos las demás la evitaran porque ya la conocían bien, y temían su lengua viperina y sus tremendas topetadas. La cueva donde se cobijaban en las largas noches invernales, estaba situada en plena Sierra de Atapuerca, un lugar hermoso y privilegiado donde abundaban los pastos y el agua.
ROBUSTIANA "LA BOCAZAS" |
No había escasez de nada, pero los enfrentamientos con Robustiana eran inevitables ya fuese por una causa o por otra. Incapaz de aprender nada, se lamentaba de que nadie la comprendía. En vez de ser humilde y generosa, arremetía contra todos con su mala lengua y su ruindad. "que si Cabritilla Gentil me ha hecho esto o lo otro, que Cabrito Vistoso es un engreído etc".
Así, de esta manera, iba sembrando el odio y la cizaña por los lugares donde pasaba. Los jefes de la manada no se atrevían a echarla de la gruta porque de alguna forma todos temían sus horrendos berrinches y sus terribles mordiscos. Ella se creía algo grande, pero en realidad era una vieja y dentona cabra que hubiera perecido fuera del rebaño.
Así, de esta manera, iba sembrando el odio y la cizaña por los lugares donde pasaba. Los jefes de la manada no se atrevían a echarla de la gruta porque de alguna forma todos temían sus horrendos berrinches y sus terribles mordiscos. Ella se creía algo grande, pero en realidad era una vieja y dentona cabra que hubiera perecido fuera del rebaño.
CABRA MAURA |
Después de largos y duros inviernos apartada a un extremo de la cueva por los muchos problemas que su egoísmo y maldad ocasionaban, hizo amistad con una ladina y oscura cabra de raza indefinida proveniente de la sierra vecina. Esta cabra de nombre Sibilina tenia fama de buena y apacible pero en realidad era mala de solemnidad. Su mayor defecto era la envidia. La padecía de forma irracional, la poseía, la hacia mezquina, y su gran complejo de inferioridad lo manifestaba siendo mala y perversa.
Sibilina era astuta y taimada y cuando creía que nadie se daba cuenta, manipulaba a Robustiana que en el fondo era bastante tonta; la hacía creer que era ella la que mandaba. Algunas cabras ya la conocían y la evitaban y ella, rencorosa y vengativa, dirigía su maldad contra todos los que no se dejaban engañar ni manejar por sus torpes y desgarbadas patas.
Era una cabra basta y chepuda, con una enorme pelambrera en la cabeza en la que sobresalían unos grandes y rizados penachos. Sus enormes y deslavados ojos nunca miraban de frente. Ella sabía que lo que no expresaban sus balidos lo expresaban sus ojos, por eso los bajaba al suelo y nunca miraba a sus oponentes.
CABRA LOCA |
A los menos observadores aquel gesto les parecía un síntoma de humildad, por lo que muchos la alababan y defendían.¡Nada más lejos de la realidad! Sibilina era tan mala o peor que su amiga Robustiana, pero juntas ya eran de lo peorcito que uno se pueda imaginar. Ambas formaban un tándem demoledor, criticaban a todo el mundo caprino, trataban de aprovecharse de ellos descaradamente, eran egoístas y mentirosas, engañaban para conseguir lo que se proponían etc.
Cuando no conseguían sus fines se vengaban miserablemente en cuanto tenia ocasión. Las dos eran esquivadas sistemáticamente por sus congéneres dada su peligrosidad, y excluidas del rebaño andaban todo el día maquinando maldades, que ponían en practica sin el menor reparo.
Los demás moradores de la gruta vigilaban acechantes, porque temian sus desmanes y trataban de no molestarlas ni darles motivo de ningún tipo. Ellas interpretaban esta actitud como debilidad y se aprovechaban mezquinamente.Conocían las debilidades de todos y les atacaban sin piedad a la más mínima ocasión.
Un día llegó a la gruta una hembra de raza sajona. Era una cabra adulta, muy sociable, sin doblez ni maldad. Sin perder un minuto las dos amigas se hicieron las simpáticas con ella y empezaron a criticar al resto de la manada de la manera más feroz. Esta cabra llamada Mummy no las creyó del todo, pues ya conocía a Sibilina de otros pastizales, y sabía como las gastaba. A pesar de que Robustiana le pareció tosca y vulgar creyó encontrar en ella algo de nobleza. La verdad; era demasiado crédula.
De inmediato Robustiana empezó a hacer de las suyas "Que me traigas agua fresquita, que me dejes ese rincón que me gusta más"etc. Mummy se empezó a dar cuenta de lo egoísta que era, pero a pesar de ello aguantó porque incomprensiblemente le había tomado afecto.
Sibilina que ya conocía bien a Mummy y le tenia una envidia horrorosa, empezó a criticarla y darle mala fama entre el rebaño para desprestigiarla. Las dos malvadas rumiantes la ponían a parir en cuanto se alejaba un poco, igual que al resto de la manada. Pero cuando estaban con ella como eran tan falsas, todo eran carantoñas.
La gruta se iba llenando con nuevas cabras procedentes de otras tierras. Con la llegada de la pujante primavera llegaron a los pastos un grupo numeroso de jóvenes rumiantes, cabras y cabritos, procedentes de lejanas montañas. Algunos de estos recién llegados eran inocentes y solidarios, pero entre ellos bien camuflados, también iban varios lobos disfrazados con pieles de tiernas cabritillas.
Quizá fue esta característica común lo que la hizo simpatizar inmediatamente con la fea y dentona Robustiana. La otra recién llegada era una gran y destartalada cabra llamada Risitas. Como su nombre indica, Risitas emitía sin ton ni son un raro hipido que sonaba así: jiiiiiuuuu. Era un insulso sonido que soltaba a la menor oportunidad y que ponía nerviosos a todos, y se interpretaba como su forma de comunicarse.
Era boba y egoísta y siempre iba detrás del grupo como una cabra sin personalidad. La otra recién llegada de nombre Maura vivía acomplejada por quien sabe que cosas, y necesitaba refugiarse en las demás para que le dieran apoyos. Siempre estaba llorosa y enfadada y daba unas topetadas de cuidado. Pronto se hicieron muy amigas especialmente Sibilina, Maura, y Robustiana. Las tres llevaban la voz cantante en todo, y las demás las seguían como perrillos falderos.
Cuando no conseguían sus fines se vengaban miserablemente en cuanto tenia ocasión. Las dos eran esquivadas sistemáticamente por sus congéneres dada su peligrosidad, y excluidas del rebaño andaban todo el día maquinando maldades, que ponían en practica sin el menor reparo.
CULITO DE PITIMINÍ |
Los demás moradores de la gruta vigilaban acechantes, porque temian sus desmanes y trataban de no molestarlas ni darles motivo de ningún tipo. Ellas interpretaban esta actitud como debilidad y se aprovechaban mezquinamente.Conocían las debilidades de todos y les atacaban sin piedad a la más mínima ocasión.
Un día llegó a la gruta una hembra de raza sajona. Era una cabra adulta, muy sociable, sin doblez ni maldad. Sin perder un minuto las dos amigas se hicieron las simpáticas con ella y empezaron a criticar al resto de la manada de la manera más feroz. Esta cabra llamada Mummy no las creyó del todo, pues ya conocía a Sibilina de otros pastizales, y sabía como las gastaba. A pesar de que Robustiana le pareció tosca y vulgar creyó encontrar en ella algo de nobleza. La verdad; era demasiado crédula.
Sibilina que ya conocía bien a Mummy y le tenia una envidia horrorosa, empezó a criticarla y darle mala fama entre el rebaño para desprestigiarla. Las dos malvadas rumiantes la ponían a parir en cuanto se alejaba un poco, igual que al resto de la manada. Pero cuando estaban con ella como eran tan falsas, todo eran carantoñas.
CABRAS TONTAS |
La gruta se iba llenando con nuevas cabras procedentes de otras tierras. Con la llegada de la pujante primavera llegaron a los pastos un grupo numeroso de jóvenes rumiantes, cabras y cabritos, procedentes de lejanas montañas. Algunos de estos recién llegados eran inocentes y solidarios, pero entre ellos bien camuflados, también iban varios lobos disfrazados con pieles de tiernas cabritillas.
REBAÑO |
Robustiana y Sibilina se pusieron en guardia y empezaron a captar adeptos para su grupo ya que temían que con la llegada de los recién llegados cambiaran las cosas como así fue. Rápidamente consiguieron la atención de dos nuevas cabras de raza alpina, jóvenes pero algo resabiadas. Una de ellas era una ejemplar joven y proporcionada, pero vivía acomplejada por su fea dentadura que escondía sistemáticamente.
Quizá fue esta característica común lo que la hizo simpatizar inmediatamente con la fea y dentona Robustiana. La otra recién llegada era una gran y destartalada cabra llamada Risitas. Como su nombre indica, Risitas emitía sin ton ni son un raro hipido que sonaba así: jiiiiiuuuu. Era un insulso sonido que soltaba a la menor oportunidad y que ponía nerviosos a todos, y se interpretaba como su forma de comunicarse.
Era boba y egoísta y siempre iba detrás del grupo como una cabra sin personalidad. La otra recién llegada de nombre Maura vivía acomplejada por quien sabe que cosas, y necesitaba refugiarse en las demás para que le dieran apoyos. Siempre estaba llorosa y enfadada y daba unas topetadas de cuidado. Pronto se hicieron muy amigas especialmente Sibilina, Maura, y Robustiana. Las tres llevaban la voz cantante en todo, y las demás las seguían como perrillos falderos.
ROBUSTIANA |
La recién llegada respondía al nombre de Mema, nombre que le iba a la perfección. Fue captada inmediatamente por Robustiana que le encargaba hacer todo el trabajo sucio del grupo. "Que recojas mis cagarrutas, que ahora te vas a por hierba tierna, que me espantes las moscas, etc". Así la tenía todo el día de cabra-asistenta, de un lado para otro. Esta cabra era bastante vaga e indolente y se hacía la remolona todo lo que podía, cargando todo el trabajo en la sufridora Mummy que ya estaba más que harta de las egoístas y perezosas cabritas.
CABRA RISITAS |
Las acompañaba algunas veces una enorme y destartalada cabra de origen beréber que estaba loca de remate. Hacia unas arrancadas repentinas que dejaban a todos boquiabiertos. Estas demostraciones de la recién llegada hacían mucha gracia a Robustiana que se reía con todas sus ganas cuando la veía darse topetadas contra las paredes de la gruta.
CABRITO MOLÓN
Pronto se dieron cuenta de que la joven estaba loca como una cabra y no tenia remedio. La llamaron Cabra Loca, nombre que todo hay que decir, le iba como anillo al dedo. De ahí viene el dicho "Está más loca que una cabra"que ha llegado hasta nuestros días, y que expresa a la perfección las conductas anómalas. Esta cabra tomó gran ojeriza a Mummy, y le empezó a hacer la vida imposible. Mummy lo habló con Robustiana que manifestó una vez más su egoísmo haciéndose la cabra sueca.
Así que, antes de tomar ninguna decisión, cómo era noble y de buena crianza, trató el tema con Robustiana que empezó a berrear cómo solo ella sabía. Mummy que era paciente, pero no tonta se dio cuenta de que era el momento de irse a otro lado de la gruta para evitar confrontaciones con las Hocicudas. Así lo hizo, y a partir de ese momento las tres miserables secundadas por las tontas y perezosas, Risitas, Mema, y Cabra Loca empezaron su particular modo de venganza que consistía en criticarla a todas horas y en cualquier lugar. Eran apoyadas en esta crítica por un cabrito de negra pelambre al que llamaban "Cabrito Molón", ya que él se creía irresistible.
Mummy que era una cabra de buena cuna y bastante inteligente, los obsequió a todos con el mayor de los desprecios que consistió en ignorarlos por completo.
La ultima incorporación al grupo fue una joven y bella cabra tonta de remate, se pavoneaba entre el rebaño mostrando sus torneadas patas y sacando hacia fuera su culito respingón. Esta actitud hizo que se la conociera en la gruta como "Culito de Pitiminí".¡Había que ver a Cabrito Molón arrastrándose detrás de Culito de Pitiminí!
SIBILINA LA BUENINA
Culito de Pitiminí se unió de inmediato a la Secta de las Hocicudas y traía de calle a varios cabritos que babeaban obsequiosos detrás de sus torneadas patas. Entre los cabritos peores figuraba Cabrito Feroz un joven espécimen de agradable apariencia, pero de oscuro interior. Cabrito Feroz hizo buenas migas con la "Secta de las Hocicudas" como se las conocía a escondidas, que le reían todas sus gracias lo que le hacia pavonearse como un pavito real.
CABRA MEMA |
Un grupo de jóvenes Muflones procedentes de Alpedrete, les declaró la guerra de forma silenciosa y eficaz. El grupo de muflones estaba capitaneado por el aguerrido Micelio que pronto fue apoyado por varios ejemplares hartos de las tropelías de la tenebrosa banda.
No se dejaban comer los pastos y les devolvían todas y cada una de las topetadas recibidas. Hacían burla del enorme trasero de Robustiana y de su fea dentadura.
Estas burlas llegaron hasta las enormes y colgante orejas de la odiosa cabra que muy preocupada, llamó a conclave a sus amigas. Lo que allí se hablo fue guardado en secreto por las demás, pero al final se supo que Maura y Robustiana habían acudido al especialista dental de cabras para que les hiciera un arreglo en sus feas bocas.
El anciano cabrito encargado del arreglo bucal de la manada, las miró asustado cuando ambas abrieron sus enormes bocazas. Después de estudiar mucho sus dentaduras decidió ponerle a Maura un armatoste de hierros para intentar conseguir que sus salientes incisivos volvieran a su lugar. A los pocos días ésta apareció con su enorme belfo abierto por los alambres salientes, que asomaban sin que pudiera mantenerlo cerrado. Sus amigas Mema y Cabra Loca le preparaban purés de hierbas y potitos de raíces, ya que no podía comer con normalidad.
LOBOS DISFRAZADOS DE CABRITOS |
El arreglo de Robustiana era mas complicado. Después de estudiar y estudiar, el maestro decidió arrancarle sus escasos dientes y ponerle una dentadura postiza. Dio la casualidad de que tenia guardada como oro en paño la dentadura completa de una gorila adulta, y que más o menos era del tamaño adecuado. Sin más preámbulos se la colocó y ella se fue más contenta que unas pascuas. Hay que decir en honor a la verdad que las primeras dentaduras postizas las puso este sabio cabrito sin lugar a dudas. La historia le ha negado el titulo de creador de la nueva odontología, pero es de justicia reconocer el ingente trabajo realizado.
MUMMY |
La rechifla que se organizó en la cueva cuando las dos aparecieron con aquellos armatostes fue descomunal. Los Muflones de Alpedrete eran incapaces de aguantar la risa cuando las veían, y hacían bromas constantemente a costa de los enormes colmillos de Robustiana.
MUFLONES DE ALPEDRETE |
Muy sensibles a las críticas y visto el jolgorio organizado, ambas cogieron a los bromistas un odio cerval que ponían de manifiesto de forma ostensible en cuanto podían. Si por ellas hubiera sido, la gruta habría sido desalojada de todo el rebaño y se hubieran quedado ellas solas tan ricamente. Incordiaron todo lo que pudieron más no consiguieron lograr sus fines ya que la Cabrita Administradora, una ejemplar de la raza bretona, les aguantaba el pulso divinamente, respaldada por Vetusto, el jefe de la manada.
MICELIO |
Lo que ya colmó el vaso de la paciencia de todos fue su última fechoría. Ahí quedaron bien retratadas y nadie tuvo ya la más mínima duda de la catadura de las hocicudas cabras.
LA CABRA SIBILINA LA BUENINA |
CULITO DE PITIMINÍ |
JEFE VETUSTO
Tuvieron que abandonar la maravillosa gruta y los verdes y jugosos pastos, donde solo habían causados daños y perjuicios a todos sus congéneres. En la Gruta se celebró una orgía de comida y bebida cuando las vieron salir para nunca más volver. Cuando los pajaritos del bosque, los gatos monteses, los osos y el resto de seres vivientes de la hermosa Sierra de Atapuerca vieron salir a las Hocicudas, un sonoro gorgojeo se oyó en todo el verde valle coreado por los numerosos animales que en él vivían.
Sobre todo se oyó el gran marra miau de la familia gatuna que había sido desalojada de su rincón por el enorme trasero de la odiosa rumiante. Todos juntos estuvieron celebrando la marcha de tan maléfico grupo, tres días y tres noches, con grandes comilonas de bayas, brotes verdes, y dulces y maduras moras acompañado de zarza parrilla y miel de tomillo florido.
Y colorín colorado esta historia se ha acabado y como dice el refrán, quien ríe el último; ríe dos veces. Jajajaja.
FIN
Esta fábula está dedicada a todas aquellas personas que en algún momento de su vida han sufrido las críticas y recibido las topetadas de este tipo de "Cabras" .